Rincón de las maravillas
Aventura bíblica: Un nuevo dirigente, y al servicio secreto de Dios
viernes, marzo 4, 2022

Una versión diferente de Deuteronomio 34 y Josué 1 y 2

Al llegar a los llanos de la ribera del Jordán, Moisés sabía que le había llegado la hora. Ya había transmitido sus últimas palabras y bendiciones a las doce tribus de Israel y había escogido a Josué como nuevo dirigente de los hijos de Israel. Moisés subió solo a la ventosa cima del monte Nebo que dominaba los llanos. Allí Dios le mostró toda la tierra del otro lado del Jordán y le dijo: «Esta es la tierra que juré a Abraham, a Isaac y a Jacob que daría a su descendencia. He aquí, te he permitido verla con tus ojos, mas no entrarás en ella.»

Allí murió Moisés sin otra compañía que la del Señor, Quien lo llamó a recibir su recompensa celestial.

Abajo en las llanuras Dios dijo a Josué: «Mi siervo Moisés ha muerto. Ahora, pues, levántate y pasa al Jordán, tú y tu pueblo, a la Tierra Prometida.» Y prometió Dios a Josué: «Yo os entregaré, como le había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie.»

Al llegar a oídos del pueblo la noticia de la muerte de Moisés, todo Israel «lloró treinta días». Fue además un momento de profunda oración, no solo para el pueblo, sino particularmente para Josué, que iba a tener que dirigir a Israel y cargar con el peso que había recaído sobre él. Esos primeros días en que ya no pudo recurrir a Moisés para obtener fuerzas y respuesta a sus preguntas fueron probablemente más que nada días de aprendizaje, ya que a partir de entonces Josué tendría que depender del Señor para recibir la ayuda y orientación que necesitaba.

No obstante, Dios estaba con él y transmitió a Su nuevo dirigente maravillosas promesas. Le habló así: «Como estuve con Moisés, estaré contigo; no te fallaré ni te desampararé. Esfuérzate y sé valiente; no temas porque el Señor tu Dios estará contigo a dondequiera que vayas.» Ese era justamente el aliento que le hacía falta a Josué. ¡Qué fortaleza significó para él saber que no estaba solo!

Antes de cruzar hacia Jericó, ciudad cananea del otro lado del río Jordán, Josué eligió sabiamente de entre sus filas a dos de sus hombres más confiables para que fueran a espiar las defensas de aquella ciudad amurallada. Toda información que pudiesen reunir sería vital para trazar los planes de la primera conquista de Canaán.

Al día siguiente, los dos exploradores, ataviados con ropas similares a las que usaban los ciudadanos de Jericó, cruzaron las enormes puertas de la ciudad. Una vez allí, encontraron una casa situada en el muro mismo de la ciudad donde resolvieron pasar la noche. La dueña era una prostituta llamada Rahab.

Mientras los dos exploradores hablaban con Rahab, de pronto el diálogo se vio interrumpido por el sonido metálico de un grupo de hombres con escudos, yelmos y corazas que se aproximaba a la casa. Sin que los exploradores lo supieran, alguien había avisado al rey que dos espías israelitas habían entrado a la ciudad. Por eso el rey los había enviado a decir a Rahab que sacara a los hombres de su casa para que se presentaran delante de él.

—¡Síganme! ¡De prisa! —Susurró mientras guiaba a los dos espías hacia el techo de su casa, donde los escondió detrás de unas pilas de lino.

Recobrando la calma, Rahab fue a responder a la puerta. La abrió con una sonrisa.

—¿Qué se les ofrece, señores? ¿En qué puedo servirles?

—¡Saca a los dos hombres que se alojan en tu casa! —Le ordenaron los mensajeros del rey—. Son israelitas que han venido a espiar nuestra ciudad.

—Es verdad, señor, que hace un rato dos hombres estuvieron por aquí, pero yo no sabía de dónde eran. Se marcharon al anochecer, cuando ya se iban a cerrar las puertas de la ciudad. ¡Pero si van enseguida y los persiguen, tal vez los alcancen! —les respondió Rahab.

Sin perder un instante, los hombres del rey salieron apurados de la ciudad por el camino que conduce al Jordán en un esfuerzo por darles alcance.

Cuando se hubieron ido los mensajeros, Rahab dio un suspiro de alivio y aún temblorosa fue a buscar a los dos hombres.

—Sé que Dios les ha entregado a ustedes este país, y que todos los moradores de esta tierra han sentido pánico ante vuestra presencia. Porque hemos oído cómo a vuestra salida de Egipto el Señor hizo secar las aguas del Mar Rojo; y hemos sabido igualmente de vuestras hazañas al otro lado del Jordán. No es de extrañarse, pues, que nosotros les tengamos miedo. ¡Al enterarse de esto, ya a nadie le queda ánimo para resistirles, pues el Dios de ustedes no es un dios cualquiera, sino el supremo Dios de los cielos! Les ruego, pues —imploró Rahab—, que me juren por su Dios que como yo tuve misericordia de ustedes, ustedes la tendrán también de mi familia.

—Si no nos denuncias, te garantizamos que ni tú ni tu familia sufrirán daño alguno. Te defenderemos con nuestra vida.

Puesto que su casa quedaba sobre el muro de la ciudad, Rahab los llevó a la ventana al anochecer y los descolgó con una cuerda escarlata que había atado a la estructura de la misma.

—Huyan al monte —les dijo en voz baja—. Escóndanse allí tres días hasta que regresen los que los buscan. Luego prosigan su camino.

Los hombres le dieron las gracias a Rahab y se despidieron, no sin antes advertirle:

—Deja atado este cordón escarlata a tu ventana; pero si algún miembro de tu familia no permanece en la casa, no nos responsabilizaremos de lo que le suceda.

Rahab recogió la cuerda pero la dejó atada a la ventana para que se pudiera reconocer su casa desde afuera del muro.

Por fin, los dos espías llegaron felizmente al otro lado del Jordán y con gran júbilo le relataron todo lo acontecido a Josué.

—De cierto Dios ha entregado toda la tierra en nuestras manos —dijeron—. Todo el pueblo tiene pánico de nosotros.

Qué noticias tan alentadoras las que recibió Josué de sus dos fieles servidores, que arrostraron los peligros de Jericó cuando estuvieron a punto de ser descubiertos por el enemigo. A partir de ese momento Josué sabía que era hora de avanzar: primero para cruzar el río Jordán, ¡y luego rumbo a Jericó!

Para saber más de este fascinante personaje de la Biblia, véase «Héroes de la Biblia: Josué».
Adaptación de Dichos y Hechos © 1987. Diseño: Roy Evans.
Una producción de Rincón de las maravillas. © La Familia Internacional, 2022.
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Etiquetas: audio, relatos de la biblia para niños, valor, vidas admirables, aventuras bíblicas