Rincón de las maravillas
Sobre sapos saltarines y otras cosas divertidas
miércoles, junio 16, 2021

Tom hojeó su libro de lenguaje. Viendo todas las reglas gramaticales y los ejercicios, se preocupó.

Miró por la ventana tratando de pensar en algo más agradable, y terminó acordándose del sapo que había atrapado y con el que había jugado el día anterior.

—En realidad —se dijo— creo que un sapo podría enseñar gramática mucho mejor que este libro. ¡Me imagino cuánto se divertiría un sapo enseñándonos los verbos! ¡Vaya, si un sapo es un verbo viviente!

*

—Bueno, niños —dijo Doña Sapo, la nueva maestra que acababa de saltar dentro del aula por la ventana— cierren sus libros de gramática, y estudiemos mi tema preferido: ¡verbos! Todo el mundo al suelo para la lección número uno: el salto. ¡Muy bien, a saltar! A salir por esa puerta en sus cuatro patas. A usar los músculos. ¡Salten más alto! Quiero que haya distancia entre ustedes y el piso. ¡Levanten esas ancas y aprendan a saltar!

—¡Vamos! ¡Quiero ver acción! ¡Los verbos son palabras de acción! Quiero que ustedes se conviertan en verbos. Billy, ¿qué crees que estás haciendo ahí sentado en el rincón como un sustantivo: una roca, un bloque, un bulto, una masa? ¡No seas una persona, un lugar, una cosa o idea! A saltar. Muévete. Dile adiós a Don Sustantivo. Corre y juega. Diviértete hoy.

—Y, Fred, tú me recuerdas al verbo ser y todas sus formas mientras te sientas ahí hablando de todo lo que fue y lo que es y lo que podría ser.

—¡Muévete, muévete! ¡Pon a trabajar esos músculos! Siente todas esas palabras de acción, esos increíbles verbos que burbujean, se caen, se apresuran y se escurren, correteando a través de ti. ¡Los verbos son poderosos, ya sea si te mueves o si eres!

—Ustedes son, fueron y seguirán siendo felices mientras sigan aprendiendo las maravillas de los verbos, y si siguen saltando, brincando y pirueteando hasta salir por esa puerta y correr a la piscina, todos podrán aprender a nadar, salpicar, zambullirse y juguetear en otro ambiente de aprendizaje: el agua. Se me deshidrata la mente de solo pensar que alguien pueda estar fuera del agua durante tanto tiempo. Pero bueno, después de todo, soy un sapo.

—¡Un momento! ¡Detengan todos los saltos y las carreras y esta salvaje actividad! —dijo un grande y viejo árbol que estaba justo fuera de la puerta—. ¿Por qué no se sientan todos sobre el pasto y nos divertimos un poco siendo sustantivos?

De más está decir que Doña Sapo quedó algo perpleja, pero siguió saltando como si nada.

—Los sustantivos son muy aburridos; ¡te ponen a dormir y te hacen roncar!

Luego de una sola pestañeada, ¡splash!, se fue nadando hacia el fondo del estanque.

Don Árbol se aclaró la garganta tratando de no regodearse.

—Juguemos a que ustedes se tienen que imaginar lo que digo, y se van convirtiendo en todo lo que ven. Porque cada cosa que se puede ver o contar, y hasta ideas grandes o pequeñas, todo pertenece al maravilloso mundo de los sustantivos. Las piedras y el agua, la arena y el sol; es más, todo lo que está encima, debajo y sobre la tierra, los anillos de diamantes, los moños, los caramelos, chicles, papeles, autos y casas, las carreteras y calles, las ideas y pensamientos, el conserje y Doña Sapo, gatos y perros y payasos, todos pertenecen al magnífico mundo de los sustantivos. Niños y niñas, mamás y papás, recetas y cuentos, aves, nubes y flores…

Don Árbol apenas empezaba a tocar el tema cuando de pronto una espinosa, algo quejumbrosa, peluda y marrón marmota se acercó.

—¡No me digan que Don Árbol les está contando sobre las virtudes de cada sustantivo! No lo creo, porque no puede sin una palabra descriptiva como el adjetivo. Y Doña Sapo salta arriba y abajo por los verbos. Pero qué monótona y aburrida sería la vida solamente con sustantivos o verbos, nada de color ni carácter, ¿ven? No, no, nada de sustantivos y verbos para mí.

—Quiero descripción, detalles, información que me ayude a ver, escuchar o sentir una sensación. ¿Es grande? ¿Es alto? ¿Corre rápido o lento? ¿Es morado o rojo? ¿Qué tipo de astas tiene sobre la cabeza? ¿Pesa mucho? ¿Es delgado? ¿Es peludo o suave? Cuando canta, ¿lo hace fuerte o bajito? Quiero que me pinten un cuadro en la mente con todos los adjetivos y adverbios que puedan encontrar para describirme las cosas.

*

—Tom, ¿te gustaría responder a esa pregunta? —preguntó la señorita Sprint—. ¿Tom?

Tom volvió la mirada hacia la maestra.

—¿Bien, Tom? —dijo la señorita Sprint—. ¿Me puedes decir cómo se llama la parte del habla que incluye la acción y las palabras que implican acción y estado de ser en una oración?

—Sí, puedo —dijo Tom—. Los sapos… quiero decir, los sapos saltan por los troncos. ¡Bueno, quiero decir los verbos! Los verbos son vocablos que implican acción.

—Muy bien, dijo la señorita Sprint.

—No entiendo por qué dijiste los sapos, aunque es cierto que un sapo que salta denota acción. Bueno, se termina la clase por hoy. Los veré mañana.

Tom estaba de lo más contento.

—¡Hurra! ¡Un verbo puede salvar el día! —Tom saltó, brincó y pirueteó hacia la puerta.

Texto: Paul Williams. Ilustración: Leila Shae. Diseño: Roy Evans.
Publicado por Rincón de las maravillas. © La Familia Internacional, 2021
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Etiquetas: relatos para niños, idioma, técnicas de estudio